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20 Jul
20Jul

Hoy arribo a esa edad que cuando se es muy joven se ve tan lejana que crees que primero viajaremos todos a la luna antes de que llegue. Esa edad en la que los adolescentes suelen llamarnos viejos pero está claro que aún ellos cambiarán de opinión cuando les toque su turno de cumplirla.

Parece que fue ayer cuando celebrando un cumpleaños, mis amigos y yo decidimos por chiste que a partir de entonces me quedaría cumpliendo 28. Esa es la razón por la que hasta mi correo electrónico tiene ese número. 

Cierto que soy enemiga de la comida chatarra y me mantengo haciendo ejercicios casi a diario, aunque ni eso puede impedir que las marcas de los años de alguna manera se noten. Pero como quiera que sea, y esta es la mejor parte, también se va a notar la sabiduría acumulada a través de la experiencia. Así que no voy a hablar de las inevitables huellas exteriores que dejan los años, sino de aquellas más hermosas y profundas… las que te marcan adentro.

Pero antes… señoras y señores… sin más rodeos… ¡Hoy cumplo cincuenta!

Cincuenta años, ¿Cómo fue que ya pasaron? Si cuando cierro mis ojos y hago flash backs en la mente, me veo a la edad de tres o cuatro montando un velocípedo en la Alameda de Paula. Y luego con 10 inventando obras de teatro para los matutinos en la primaria Adalberto Gómez en La Habana Vieja. ¿Cómo es posible que este tiempo se haya ido, si fue ayer que conocí al amor de mi vida en la Vocacional Lenin? ¿A dónde se fueron estos años si no hace tanto que llegué una mañana de enero de 1992 a La Liga Evangélica de Cuba donde escuché por primera vez hablar de un Jesús que cambió mi vida? ¿Cómo es posible que las fotos de mi boda en la inolvidable K y 25 en el Vedado, luzcan ya tan viejas? ¿Cómo fue que mis hijos ya crecieron al punto de que en unos días le doblaré la edad al mayor? ¿Por qué aun me resultan tan recientes las imágenes de la "Ciudad del Gallo" donde viví 15 años increíbles, si hace ya más de seis que me fui de allí? Seis años han pasado desde que llegué a esta tierra libre que hoy puedo llamar mi hogar, y yo sigo pensando que fue ayer. ¿Será que los años más que hacerme "vieja" me hacen más reflexiva y agradecida, al punto de estar siempre recordando todo lo bueno que me ha sido dado? 

Por eso el día que decidí ponerle fin al chiste de los 28, lo hice porque comprendí que estaba negando con ello, la bendición de cumplir un año más regalado por Dios. No obstante cuando comenzó este 2020, "Dos-mil-vete" como algunos dicen, comenzó también mi preocupación por arribar a los 50. Y no me preocupaba por mi, porque en realidad hoy me veo y siento mejor en todos los sentidos que cuando tenia 30. Mis decisiones y enfoque en lo que quiero son mucho más claros ahora, y mis deseos de disfrutar cada instante y seguir conquistando sueños laten hoy con más fuerza. Mi preocupación fue por el impacto que pudiera tener ese número en el oido de los demás. 

Es que a nadie le gusta que te consideren "vieja" y que te digan en la cara que tus mejores años pasaron. Tampoco quieres quedarte fuera de nuevas oportunidades que sientes que podrías hacer incluso mejor que algunos más jóvenes que tú. Sucede que algunos lo creen y pudieran cerrarte puertas. Pero lo peor no es cuando son otros los que te las cierran, sino cuando te las cierras tú al creer que muchas cosas inevitablemente se han terminado. Yo creo que aún si se terminan unas, pueden comenzar otras igual de buenas. Por eso hoy, un día en el que tengo tanto que celebrar, elijo creer que aún en esta edad cada detalle de mi vida está siendo resuelto por Dios para mi bien y que cientos de cosas aún son posibles.

Arribo a esta edad feliz de no tener que ocultarla aunque a otros les suene un número demasiado grande e impacte agresivamente sus oídos. Llego hasta aquí agradecida a Dios por cada día vivido, por haberme llevado a sus caminos y por la BELLA familia que me ha permitido formar. Solo por ellos vale la pena andar el resto del viaje de la vida aún con más entusiasmo. Agradezco por todo lo que pude hacer cuando era más joven y por los nuevos retos que quiero enfrentar ahora que lo sigo siendo. ¡Es que si de verdad te sientes joven, nadie puede decirte lo contrario! Agradezco también por mis padres que están vivos, por mis hijos que emprenden su futuro en un país mejor y por los amigos, aquellos que han aportado grandes valores a mi espiritualidad, y también aquellos que me han hecho reír y hasta llorar.

¿A dónde se fueron los años? Quizás a la memoria para ser revividos allí una y otra vez en el lugar donde crece la experiencia para hacer más excelente lo que está por venir. Porque los que faltan por vivir tampoco se escapan de Aquel de quien el salmista escribió: 

Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! (Salmo 139:16-17)

Entonces... ¡Gracias Señor, muchas gracias por cada año de vida que me has dado!




Gracias por llegar hasta aquí y leer. Puedes dejar más abajo tu comentario si lo deseas.

Te dejo también mi último VLOG en Youtube, muy relacionado con este cumpleaños.


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